Agua. Maria Portilla Pintora

El Espejo en el que te mires
Espejo intervenido

Agua. Maria Portilla Pintora

El Espejo en el que te mires
Espejo intervenido

Agua. Maria Portilla Pintora

Autorretrato
Óleo sobre tela
80 x 55
2020

Agua. Maria Portilla Pintora

Coral
Técnica mixta sobre tela

Agua. Maria Portilla Pintora

Coral (Detalle)
Técnica mixta sobre tela

Agua. Maria Portilla Pintora

Coral (Detalle)
Técnica mixta sobre tela

Agua

2020

Es agua, eso lo sé. 

Le bailo, cocino, le pongo atención. 

Le escribo.

Escucho su quejar diario de los urbanistas y arquitectos que tapan su vista a la Alameda o peor aún, al atardecer.  Y no me canso de esas quejas; tiene razón.

La ubico en tiempo y espacio. 

La veo enflacar, engordar… brillar. Le pongo su música favorita, el baile es su terapia más fuerte: Desatora sus llantos.

Me preocupo cuando raya en la locura.

Pongo atención a sus tonos, a los colores que le combinan. Observo su cuerpo, le coqueteo, la seduzco, noto su mirada oscura, intimidante cuando mira de frente.

Me enamoro.

Subo con ella a la azotea. Descubrimos los puntos cardinales, aunque de nada le servirán a esta navegante sin brújula. Alimento sus fantasías sexuales en ese piso de concreto. Huelo sus olores, me embriaga su solitud.

La veo pintar, la grabo, pinto con ella. 

Aplaudo sus aprendizajes de pata de perro, se le acusan en los músculos, en su bailar cumbia. 

La absuelvo de sus culpas capitalistas.

Aprendemos otro idioma.  La aguanto, aunque hay días que me pesan. Escucho sus diálogos internos y su dificultad para articularlos. Procuro entenderla aunque a veces no pueda. Dejo pasar sus humores cambiantes, sus impulsos, trato de contenerlos; batalla perdida. 

Le resalto lo repetitiva y cansada que es.

Escucho su risa, ¡Por primera vez la escucho cantar! 

Observo su desnudez y lo cómoda que se siente en ella. Me asusta lo fácil que sacia su sed de mar, con tan sólo tenderse casi desnuda en la zotehuela. 

Me gusta.

Le recuerdo y ayudo a entender la mezcla exótica de su espiritualidad. 

Hago altares con sus objetos, los retrato.

La quiero más que nunca. 

Le prometo nunca más olvidarme de ella.

Le recuerdo su buena fortuna y le agradezco su saber fluir.

La riego para no secarse; y aunque intuyo que la conozco, me sorprende.

Me gusta que sea ella, la portadora de esta alma acuática, lunática, memoria líquida.

Maria Portilla. Todos los derechos reservados.